top of page
Search

Llevo media hora en el clóset y nada me queda

Updated: May 6, 2022

Llevo media hora en mi closet y sólo 5 prendas me han quedado, y curiosamente, me quedan porque cuando las compré, me gustaban porque se veían holgadas, hoy me quedan justas. Ha sido un golpe de realidad al que no me había enfrentado. De pronto comienzo a analizar y pensar en qué momento comenzó mi cambio, ¿tan mal he estado comiendo? ¿será acaso algo hormonal, secundario de mi tratamiento anticonceptivo? ¿será la pandemia?


Continúo desesperada quitando la ropa de los ganchos esperando que el número 5 se vuelva más grande, con el fin de tranquilizar mi mente y poder ir al café con mis amigas como había quedado, sin pensamientos que me quiten ese espacio para poder platicar de otras cosas y no lo consigo. De pronto comienzo a recordar aquellas veces en las que decidía poner una película en mi habitación, con un refresco, unas papas y un helado y porque no, unos dulces para ya no tener que bajar por si la película estaba muy buena, y me siento fatal, culpable. Recuerdo esas veces que apagué la alarma a las 7:00 a.m. para ir a correr y cómo preferí seguir durmiendo, o todos los fines de semana que prefería comprar una pizza en vez de prepararme algo “saludable” para comer. Y entonces, inicia mi batalla contra la comida, contra mi misma. Me decido a tomar 2 litros de agua al día y realizar 100 abdominales al día, esa ropa debe quedarme de nuevo.


Llevo una semana intentándolo y mi primera tentación llega, mi pareja llega a casa con una dona y un frappé, (mi debilidad), y me lo como, pero después de media hora le reclamo por no apoyarme en mi cambio y dejo de disfrutar mi cita. Los días continúan así, siento un hoyo en el estómago, tengo hambre, estoy de mal humor, cansada, irritada, con ganas de llorar y no dejo de pensar en comer todo aquello que me gustaba. Y entonces, vuelvo a analizar lo que ocurre en mi vida y comienzo a contestar estas preguntas:

1. ¿Cuándo me compré esa ropa? Y recuerdo que fue ya hace 2 años, e incluso tengo esas prendas que amaba utilizar a inicios de la carrera. ¿Cómo es posible que haya ropa tan vieja en mi armario?

2. ¿Qué cambios hubo en mi vida estos últimos 2 años? Pues sí, comencé a cuidarme con un método anticonceptivo, me vine a vivir con mi pareja, me casé

3. ¿Esta ropa sigue siendo parte de mi estilo? La veo y algunas cosas las sigo considerando lindas, pero otras tantas se ven un poco percudidas y pasadas de moda, otras creo que ya no van con mi personalidad.

4. ¿En verdad estoy haciendo el cambio en mi alimentación por mi bien, o sólo por volver a encajar en la descripción que tenía de mí hace unos años? En las expectativas que tenía sobre mi vida, mis objetivos y el estilo de vida que creí que tendría.


De pronto, comienzo a calmarme y sentir paz, recuerdo lo bien que la pasé ese día que me quedé a ver una película con toda esa comida, pues había tenido una semana demasiado pesada de trabajo. Me acuerdo de que apagué la alarma porque yo odiaba correr y ni siquiera tenía ropa o los tenis para hacer ese ejercicio; y sonrío al pensar en cómo compartí la pizza para festejar nuestro “mesiversario”. Y entonces me doy cuenta de que mi enemigo no ha sido la comida, sino todos los hábitos que dejé a un lado y aquellos a los que me quería seguir aferrando a pesar de los tantos cambios en mi vida en estos últimos años.

De como dejé de dormirme temprano por estar unas horas viendo “tiktoks”.

Como dejé de prepararme mi comida y agua para el trabajo por despertarme tarde por haberme desvelado.

Como dejé de salir a pasear a mis perros porque llegaba muy agotada y sólo pensaba en dormir.

Como dejé de cenar por flojera o como salía corriendo por unos tacos diario porque no me daba el tiempo de nada.

Como dejé de escuchar música, sabiendo que eso era lo que me motivaba a arreglar mi cuarto y hacer ejercicio.

Como dejé de preparar las comidas en familia y prefería llegar a tomar una siesta.

Como me cuestionaba si en realidad era necesario bañarme diario “porque ni sudé” y terminaba haciéndolo de malas.

Como dejé de maquillarme por la falta de tiempo y me sentía desarreglada.

Como seguía utilizando la misma ropa a pesar de que ya ni siquiera iba de acuerdo con la imagen que quería presentar, ni iba de acuerdo con mi trabajo.


Me abandoné por tomar decisiones que “facilitaran” mi rutuna diaria y cuando le tomé atención a lo superficial, cubrí todas aquellas decisiones interiores que no quería enfrentar, por miedo tal vez o por pereza a saber que una vez que las afrontara, no habría marcha atrás o tal vez sólo por la comodidad en la que me encontraba.


Así que tenía dos caminos:

- Seguir afrontando mi situación sólo por encima, dejando todo aquello que me gusta por cubrir una pequeña parte de mi vida que ya no me gusta

- Comenzar desde cero, un paso a la vez, porque, a fin de cuentas, el cambio negativo que hice en mi vida no fue de un día a otro y al pensarlo de esta forma, la respuesta es clara.


Han pasado unas semanas y he vuelto a sacar a pasear a mis perritos, de pronto los he notado menos ansiosos; dejé mi celular apagado desde las 11:00 p.m. claro, después de haber revisado mis redes y ver que todo sigue igual.

Sin necesidad de alarma, empecé a despertarme más temprano y ya alcanzo a preparar el desayuno, tengo tiempo para estar con mi pareja y platicar nuestros planes. Llego a casa de mejor humor y los fines de semana hago el súper para toda la semana y por las noches, alisto mis comidas para toda la semana y ahora es más fácil porque comencé a ir con la nutrióloga y no ha sido tan difícil como lo pensaba. Me comienza a quedar la ropa que tenía en el closet, pero ya no me gusta, esperaré unas semanas y renovaré mi closet.


Mis días se han vuelto más ligeros.


 
 
 

Comments


bottom of page